jueves, 16 de marzo de 2017

La Renunciación - Santiago Bovisio


Desenvolvimiento Espiritual - Santiago Bovisio -

Enseñanza 8: La Renunciación

Si el ser renunciara, no a las cosas que él cree perjudiciales para su bienestar, sino por amor a la libertad, alcanzaría en vida una felicidad inenarrable, una serenidad a toda prueba, un estado de éxtasis natural indescriptible.

Romper lazos, salir de jaulas para librarse de algo, es atarse con lazos más sutiles, es encerrarse en jaulas más grandes; pero renunciar para libertarse es vivir.

Aquél que deja las cosas que le pertenecen por el gusto de dejarlas se hace dueño de ellas. 

Aquél que arroja lejos de sí el pedazo de tierra que concede para él la sociedad, por amor a la liberación, se hace dueño de la Tierra. 

Aquél que echa abajo su casa porque está cansado de ver el cielo desde su ventana, ve todo el horizonte. 

Pero la renunciación verdadera empieza cuando el ser se desembaraza de su personalidad corriente.

Hay siete grados de Renunciación en los textos de Desenvolvimiento Espiritual.

El primer grado es éste: Quebrar la personalidad corriente.

La personalidad corriente es aquel conjunto de ideas que encierra a un hombre dentro de un círculo de determinadas leyes, creencias, hábitos, costumbres y tendencias particulares. 

Quebrar este círculo, desechar esta capa mental de creer que no se puede ser feliz sin todos esos conceptos “preestablecidos”, es efectuar el primer paso hacia la liberación.

Aquél que se esclaviza por lo que cree su felicidad y bienestar sufre continuamente por el temor de perder sus cadenas, las finas trenzas de seda que lo atan a sí mismo, que lo achican, que reducen su visión interior de conciencia a un punto mínimo.

Como este ser esclavo vive en tan reducido espacio espiritual, no tiene otra fuerza para dominar que la creencia de considerarse seguro.

Decía la rana del charco a la rana del río que había ido a visitarla, que no podía haber extensión de agua más amplia que la que ella disfrutaba.

El alma quiere perder su personalidad, para adquirir su individualidad. Aquí ya hay aquella individualidad, fruto de la raza futura, que le pondrá en contacto, mediante sus propias fuerzas, con el alma del mundo. La oruga está para volverse mariposa. La imagen de Satán desaparece con las luces del alba del nuevo día, para dejar paso a Dios.

Dentro de la celda de la personalidad, el ser, como ya no es feliz, se miente continuamente a sí mismo, se engaña constantemente diciéndose que es feliz; por eso, el segundo grado de Renunciación consiste en el valor de la confesión sincera de la propia inferioridad.

Renunciar es conocerse. Renunciar es hacer luz en el alma y ver en los más secretos rincones de la conciencia aquellas sombras tan temidas y tan cuidadosamente ocultas.
La acción de ir acumulando en el interior deseos, aspiraciones, tendencias y vicios ignorados por todos, es una avaricia moral del hombre.

Verdaderamente se necesita un valor extraordinario, no sólo para confesar los defectos internos, como Rousseau, sino también se lo necesita para que el alma se confiese a sí misma sus defectos.

Es como una segunda naturaleza; es como un segundo ser que vive en la conciencia; es la sombra demoníaca que está a la izquierda del hombre, aquélla que cuida constantemente para que él disimule a sí mismo, se excuse continuamente de sus miserias interiores, de sus pecados ocultos.

Pero el alma que anhela la liberación, ella sola, con la Renunciación a su naturaleza inferior, a su personalidad pasada, destruye este enemigo, y no se avergüenza ya de verse tal cual es, con su bien y su mal, con sus grandezas y sus miserias, con el conjunto de su fuero interno que es bien y mal.

Únicamente el ser que no se conoce a sí mismo puede ser avaro, envidioso y mezquino, y puede vivir pensando que él es el centro y todos los que lo rodean son sus satélites. Por eso, en el tercer paso de la Renunciación, se quiebra el concepto de separatividad.

Tú y yo, éste y el otro, hoy y mañana, todo desaparece bajo los ojos felices de aquél que a todo ha renunciado. Ya no es el centro mezquino alrededor del cual todo tiene que girar, sino, ahora es el centro en sí.

No puede vanagloriarse de lo que es, porque él fue o será pecador; no puede desear lo que no tiene, porque tener o no tener únicamente existe para aquél que vive en relatividad de la vida exterior.

Él es todo. En él, el bien y mal han formado una única base, el pilar sagrado sobre el que se enciende la llama Una del Espíritu.

Para un alma así, que ha renunciado a tanto, que se ha libertado de tanto, las acciones de la vida y el modo de expresarlas, cambian completamente de forma.

En el cuarto grado de Renunciación, recién se comprenden las palabras aquellas de “trabajar por trabajar”.

Se trabaja como la abeja, sin saber para quién ni porqué. Se sabe que el trabajo es un medio para libertar el alma cada vez más, y nada se pide en recompensa sino que se deje hacer.

Se da sin ser visto. Verdaderamente, no sabe la mano izquierda lo que hace la derecha, pues se ha vencido la lujuria de la satisfacción personal.

La caridad practicada por vanagloria es morbosa lujuria de la mente; pero la caridad hecha por hacerla es liberación, no sólo de los sentidos, sino también de la mente.

Los grandes seres, aquéllos que han hecho grandes obras humanitarias, siempre han contestado lo mismo, a aquellos que los han adulado por la obra realizada: “Yo no lo hice, Dios lo hizo”.

Ésos son los grandes seres que, cuando se les ordena la acción más vulgar o la obra más banal, la cumplen sin preguntar cómo ni por qué.

Recién entonces es cuando se vive la vida, se conoce la vida y se entra en el quinto grado de la Renunciación.

¡Ay! de los pobres hombres que creen que hay cosas desagradables y cosas agradables, que no hay cosas feas y buscan solamente lo que creen agradable. Nunca serán felices, porque no hay cosas feas ni bellas; todas merecen ser conocidas y tienen efectos de plenitud cuando descubren, al ojo atento del investigador, la semilla del espíritu que las promueve.

Una noche de lluvia, de viento y de frío, dos humildes frailes, mal vestidos y descalzos, iban camino de Asís. El más flacucho y pequeño, que iba atrás, rompió de pronto el silencio, y dijo al compañero, un mozo joven, alto y fuerte: 

“Fray León, oveja de Dios, escúcheme atentamente (era San Francisco de Asís el que hablaba): ¿Si conocieras el secreto del Universo, de todos los mundos, de todas las cosas, tendrías la perfecta felicidad?”. 

Y así fue enumerando todas las cosas grandes y bellas para los hombres, formulándole siempre la misma pregunta. Como no contestaba el humilde Fray León le dijo: 

“Si llegamos a nuestro Convento, y el hermano portero no nos conociera y nos dejara a la intemperie con frío, con hambre, como a dos vagabundos, yo te digo que en esto está la perfecta felicidad”.

Eso decía el Santo, porque la felicidad está en el conocimiento de todas las cosas, buenas y malas.

El sexto grado de Renunciación, ya está más allá de la liberación de los sentidos y de la mente, y es la liberación espiritual.

El que ha renunciado a todo se asimila de tal modo con la Voluntad Divina que vence al tiempo y al dolor. El hombre que trabaja como aquellas mujeres que tejen grandes colgaderas y ven únicamente el revés de la obra, no pueden darse cuenta de la belleza de ésta hasta que está terminada. 

Pero aquél que ha renunciado y se ha liberado espiritualmente, se ha colocado en punto tal de amplitud que ve la obra a un mismo tiempo, en su esencia y en su potencia.

Es así que llega el Peregrino de la Eternidad a la séptima etapa de la Renunciación y vive allí la hora eterna, porque aprendió que perder es ganar, que dar es recibir, que dejar lo pequeño es vivir lo grande.

Desdeñar las horas y el tiempo es pararse finalmente sobre el umbral de la Eternidad.


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Desenvolvimiento Espiritual - Texto Completo - Santiago Bovisio - https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/desenvolvimiento-espiritual-santiago_16.html

Enseñanza 1: Hidrochosa - https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/hidrochosa-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 2: El Tabernáculo Secreto - 
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Enseñanza 3: La Llamarada - 
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Enseñanza 4: Examen Retrospectivo - 
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Enseñanza 5: Reserva de Energías - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/reserva-de-energias-santiago-bovisio.html

Enseñanza 6: Método de Vida - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/metodo-de-vida-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 7: Asistencia y Trabajo - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/asistencia-y-trabajo-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 8: La Renunciación - 


Enseñanza 9: Valor y Control Personal - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/valor-y-control-personal-santiago_16.html

Enseñanza 10: El Ejercicio de la Memoria - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/el-ejercicio-de-la-memoria-santiago_16.html

Enseñanza 11: El Amor Real - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/el-amor-real-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 12: Los Doce Rayos del Amor - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/los-doce-rayos-del-amor-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 13: La Perseverancia - 
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Enseñanza 14: Conciencia y Voluntad - https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/conciencia-y-voluntad-santiago-bovisio_16.html

Enseñanza 15: El Don del Olvido - https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/el-don-del-olvido-santiago-bovisio_61.html

Enseñanza 16: La Transmutación - 
https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/la-transmutacion-santiago-bovisio_16.html

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Extraído de: https://omarpal.blogspot.com.ar/2017/03/desenvolvimiento-espiritual-santiago_16.html
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