lunes, 9 de abril de 2018

La Primera Iniciación: Aprender a Ver - Jeanne de Salzmann


"... Usted verá que en la vida uno recibe exactamente lo que da. Su vida es el espejo de lo que usted es.

Ella es a su imagen y semejanza. Usted es pasivo, ciego, exigente. Todo lo toma, todo lo acepta, sin sentir obligación alguna.

Su actitud hacia el mundo y hacia la vida es la de quien tiene el derecho de exigir y de tomar; de quien no necesita ganarse nada ni pagar por nada.

¡Cree merecerlo todo simplemente por ser usted! ¡Toda su ceguera está allí! Nada de esto atrae su atención. Y sin embargo, es esto lo que mantiene en usted un mundo separado de otro mundo.

Usted no tiene medida con qué medirse a sí mismo. Vive su vida exclusivamente de acuerdo al "me gusta" o "no me gusta"; es decir, que no tiene aprecio sino por usted mismo. 

No reconoce nada por encima de usted. Teórica o lógicamente tal vez, pero no en la realidad. 

Es por eso que reclama tanto y sigue creyendo que todo es barato y que tiene suficiente en el bolsillo para comprar todo lo que quiera. No reconoce nada por encima de usted, ni fuera ni dentro de usted.

Es por ello, repito, que no tiene medida y vive pasivamente, de acuerdo con sus caprichos.

¡Sí! ¡Su "apreciación de sí mismo" le ciega! Es el mayor obstáculo hacia una vida nueva. 

Debe ser capaz de superar este obstáculo, este umbral, antes de seguir adelante. Esta prueba divide a los hombres en dos clases el 'trigo' y la 'cizaña'.

No importa cuán inteligente, dotado o brillante pueda ser un hombre, si no cambia su apreciación de sí mismo, no habrá esperanza de un desarrollo interior, de un trabajo para el conocimiento de sí, de un verdadero llegar a ser. Permanecerá tal cual es toda su vida 

El primer requerimiento, la primera condición, la primera prueba para quien desee trabajar sobre si es cambiar su apreciación de sí mismo.

Él no debe imaginar, no debe simplemente creer o pensar, sino ver, en sí mismo, aquellas cosas que nunca ha visto antes, verlas en realidad. 

Su apreciación nunca podrá cambiar mientras él no vea nada de sí mismo. Y para ver, debe aprender a ver. 

Esta es la primera iniciación de un hombre al conocimiento de sí.

Primero que nada; tiene que saber a qué mirar. Una vez que lo sepa, debe hacer esfuerzos, mantener su atención, mirar de manera constante, con persistencia. 

Sólo manteniendo su atención y no olvidándose de mirar, un día, tal vez, será capaz de ver. 

Si ve una vez, podrá ver una segunda vez, y si esto continúa, llegará a ser incapaz de no ver. 

Es éste el estado que debe buscarse, es la meta de nuestra observación; es de allí que nacerá el verdadero deseo, el deseo irresistible de llegar a ser: 

de fríos pasaremos entonces a ser calientes, vibrantes; seremos tocados por nuestra realidad.

Hoy no tenemos sino la ilusión de lo que somos. Tenemos un concepto demasiado alto de nosotros mismos. No nos respetamos.

Para respetarme a mí mismo, tengo que haber reconocido en mí una parte que está por encima de las otras partes, y tengo que dar testimonio -por mi actitud hacia esa parte- del respeto que le tengo. Es de esta forma como llegaré a respetarme. Y mis relaciones con los demás estarán regidas por el mismo respeto.

Usted debe entender que todas las otras medidas -el talento, la educación, la cultura, el genio- son medidas cambiantes, medidas de detalle. La única medida exacta, la única invariable, objetiva y real es la medida de la visión interior.

YO veo, YO me veo; con esto, uno ha medido. Con una parte real más elevada, uno ha medido otra parte más baja de sí, también real. Y esta medida, al definir por ella misma el papel de cada parte, lo llevara a usted al respeto por si mismo.

Pero verá usted que esto no es fácil. Y no es barato, hay que pagarlo caro. Para malos pagadores, gente perezosa, parásitos, no hay esperanza. Hay que pagar, pagar caro, pagar de inmediato, pagar por adelantado. Pagar con usted mismo. Mediante esfuerzos sinceros, concienzudos, desinteresados.

Mientras más dispuesto esté a pagar sin economizar, sin hacer trampa, sin falsificación alguna, más recibirá usted. Y de allí en adelante llegará a conocer su naturaleza. Y usted verá todos los trucos, todas las faltas de honestidad a las que recurre su naturaleza para no pagar en efectivo, contante y sonante.

Porque usted tiene que pagar con sus teorías gratuitas, con sus convicciones más arraigadas, con sus prejuicios, con sus convenciones, con su "quiero" y su "no 'quiero". Sin regatear, honestamente, sin fingir. Tratando "sinceramente" de ver mientras ofrece su moneda falsa.
Trate por un momento de aceptar la idea de que usted no es lo que cree ser, de que se sobreestima a sí mismo; de hecho, de que se miente a sí mismo. De que usted se miente a cada momento, todo el día, toda su vida. De que esta mentira lo gobierna a tal extremo, que usted ya no puede seguir controlándola. Usted es presa de la mentira. Usted miente siempre, en todas partes.

Sus relaciones con los demás: mentiras. La educación que usted da, los convencionalismos: mentiras. Sus enseñanzas: mentiras. Sus teorías, su arte: mentiras. Su vida social, su vida familiar: mentiras. Y lo que usted piensa de sí mismo: también mentiras.

Pero usted nunca se detiene en lo que está haciendo o en lo que está diciendo porqué cree en usted mismo. Tiene que parar internamente y observar.

Observar sin ideas preconcebidas, aceptando por un tiempo esta idea de la mentira. Y si usted observa de esta manera, pagando con usted mismo, sin autocompasión, renunciando a todas sus supuestas riquezas a cambio de un momento de realidad, quizás verá de repente en sí mismo algo que no ha visto nunca antes hasta ese día. Verá que usted es diferente de lo que piensa ser. 

Verá que usted es dos. Uno que no es, pero que ocupa el puesto y desempeña el papel del otro. Y otro que es, pero tan débil e insubstancial que no bien aparece, inmediatamente desaparece de nuevo. 

Ese no puede soportar las mentiras. La más pequeña mentira hace que se desvanezca. Ése no lucha, no resiste, está derrotado de antemano. 

Aprenda a mirar hasta que haya visto la diferencia entre sus dos naturalezas, hasta que haya visto la mentira, la impostura, en usted mismo. 

Cuando haya visto sus dos naturalezas, ese día, en usted, la verdad habrá nacido...".

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Extraído de Gurdjieff Grupos en Facebook
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