sábado, 30 de abril de 2016

Teología Mística - Pseudo Dionisio Areopagita


“Allí donde los misterios simples, absolutos e inmutables de la teología se revelan en las tinieblas más que luminosas del silencio. 

En medio de las más negras tinieblas fulgurantes de luz desbordan, absolutamente intangibles e invisibles, los misterios de hermosísimos fulgores que inundan nuestras inteligencias, que saben cerrar los ojos.

Esto pido, …/…, entregado por completo a la contemplación mística. 

Renuncia a los sentidos, a las operaciones intelectuales, a todo lo sensible y a lo inteligible. 

Despójate de todas las cosas que son y aún de las que no son. 

Deja de lado tu entender y esfuérzate por subir lo más que puedas hasta unirte con aquel que está más allá de todo ser y de todo saber. 

Porque por el libre, absoluto y puro apartamiento de ti mismo y de todas las cosas, arrojándolo todo y del todo, serás elevado espiritualmente hasta el divino Rayo de tinieblas de la divina Supraesencia.”

Teología Mística, I.1

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“Entonces, es cuando libre el espíritu, y despojado de todo cuanto ve y es visto, penetra (…) en las misteriosas Tinieblas del no-saber. 

Allí, renunciando a todo lo que pueda la mente concebir, abismado totalmente en lo que no percibe ni comprende, se abandona por completo en aquel que está más allá de todo ser. 

Allí, sin pertenecerse a sí mismo ni a nadie, renunciando a todo conocimiento, queda unido por lo más noble de su ser con Aquel que escapa a todo conocimiento. Por lo mismo que nada conoce, entiende sobre toda inteligencia.”

Teología Mística, I.3

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“¡Ojalá podamos también nosotros penetrar en esta más que luminosa oscuridad!. 

¡Renunciemos a toda visión y conocimiento para ver y conocer lo invisible e incognoscible: a Aquel que está más allá de toda visión y conocimiento!

Porque ésta es la visión y conocimiento verdaderos: y por el hecho mismo de abandonar todo cuanto existe se celebra lo sobreesencial en modo sobreesencial. 

Así como los escultores esculpen las estatuas, quitando todo aquello que a modo de envoltura impide ver claramente la forma encubierta. 

Basta este simple despojo para que se manifieste la oculta y genuina belleza.

Conviene, pues, a mi entender, alabar la negación de modo muy diferente a la afirmación. 

Afirmar es ir poniendo cosas a partir de los principios, bajando por los medios y llegar hasta los últimos extremos.

Por la negación, en cambio, es ir quitándolas desde los últimos extremos y subir a los principios. 

Quitamos todo aquello que impide conocer desnudamente al Incognoscible, conocido solamente a través de las cosas que lo envuelven.

Miremos, por tanto, aquella tiniebla supraesencial que no dejan ver las luces de las cosas.”

Teología Mística, II

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“El hecho es que cuanto más alto volamos menos palabras necesitamos, porque lo inteligible se presenta cada vez más simplificado. 

Por tanto, ahora, a medida que nos adentramos en aquella Tiniebla que hay más allá de la inteligencia, llegamos a quedarnos no sólo cortos en palabras, sino más aún, en perfecto silencio y sin pensar en nada.

En aquellos escritos, el discurso procedía desde lo más alto a lo más bajo. Por aquel sendero descendente aumentaba el caudal de las ideas, que se multiplicaban a cada paso. 

Mas ahora que escalamos desde el suelo más bajo hasta la cumbre, cuanto más subimos más escasas se hacen las palabras. 

Al coronar la cima reina un completo silencio. Estamos unidos por completo al Inefable.”

Teología Mística, III

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“Decimos, pues, que la Causa universal está por encima de todo lo creado. 

No carece de esencia, ni de vida, ni de razón, ni de inteligencia.

No tiene cuerpo, ni figura, ni cualidad, ni cantidad, ni peso. 

No está en ningún lugar. Ni la vista ni el tacto la perciben. Ni siente ni la alcanzan los sentidos. 

No sufre desorden ni perturbación procedente de pasiones terrenas. Que los acontecimientos sensibles no la esclavizan ni la reducen a la impotencia. No necesita luz. 

No experimenta mutación, ni corrupción, ni decaimiento. No se le añade ser, ni haber, ni cosa alguna que caiga bajo el dominio de los sentidos.”

Teología Mística, IV

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“En escala ascendente ahora añadimos que esta Causa no es alma ni inteligencia; no tiene imaginación, ni expresión, ni razón ni inteligencia.

No es palabra por sí misma ni tampoco entendimiento. No podemos hablar de ella ni entenderla. 

No es número ni orden, ni magnitud ni pequeñez, ni igualdad ni semejanza, ni desemejanza. No es móvil ni inmóvil, ni descansa. 

No tiene potencia ni es poder. No es luz ni vive ni es vida. No es sustancia ni eternidad ni tiempo. 

No puede la inteligencia comprenderla, pues no es conocimiento ni verdad. 

No es reino, ni sabiduría, ni uno, ni unidad. No es divinidad, ni bondad, ni espíritu en el sentido que nosotros lo entendemos. 

No es filiación ni paternidad ni nada que nadie ni nosotros conozcamos. No es ninguna de las cosas que son ni de las que no son. 

Nadie la conoce tal cual es ni la Causa conoce a nadie en cuanto ser. No tiene razón, ni nombre, ni conocimiento.

 No es tinieblas ni luz, ni error ni verdad. Absolutamente nada se puede afirmar ni negar de ella.

Cuando negamos o afirmamos algo de cosas inferiores a la Causa suprema, nada le añadimos ni quitamos. 

Porque toda afirmación permanece más acá de la causa única y perfecta de todas las cosas, pues toda negación permanece más acá de la trascendencia de aquel que está simplemente despojado de todo y se sitúa más allá de todo.”
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Extraído de: La Trascendencia y el Lenguaje - Pseudo Dionisio Areopagita - https://sophiaveda.wordpress.com/category/conciencia-pura/page/2/
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