jueves, 5 de septiembre de 2013

Sabiduría Versus Conocimiento - OFT


"... Ciertas cosas pueden capturar tu mirada. / Pero sigue solo a las que puedan capturar tu corazón...". Proverbio Sioux

Si hacemos un recorrido a lo largo de la historia de la humanidad, podríamos dividir en dos grupos a las personas que se han destacado por la búsqueda del Ser. Simplificando mucho y para entenderlo de forma visual, diríamos que unas han cultivando más el conocimiento intelectual y otras se han centrado en la parte más perceptiva-intuitiva. Ambas tienen puntos en común, la búsqueda de algo mayor que nosotros y a la vez sabernos una pequeña pieza dentro del todo, una búsqueda que podía ser consciente o inconsciente de nosotros mismos e incluso de la búsqueda en sí. Ambos caminos son de alguna manera iniciáticos y acaban confluyendo en algún punto, nacen empujados por una fuerza guía, por una voluntad de trascendencia, por una pregunta interna que busca respuesta, incluso diría que nacen de un saber intuitivo, unos mediante la vivencia y otros mediante la conceptualización.

Trasladándolo al presente y dentro de lo que se ha denominado “el nuevo paradigma” la ciencia nos ha mostrando que ambos caminos llevan a un mismo conocimiento, por ejemplo, el de las dualidades realidad/ficción, ser/no ser, todo/nada y el de la transformación de la materia y la no materia. Así pues, el principal avance de hoy se resume en que podemos explicar que las vivencias artísticas, místicas, el esoterismo bien concebido, así como el saber de muchas culturas que arrasamos en su momento y seguimos arrasando, llegaron a las mismas conclusiones a las que está llegando hoy el lenguaje racional y la física cuántica. O, tomando otro ejemplo, el animismo ancestral que ya se puede explicar desde la neurociencia aplicada a la biodiversidad.

Todo ello nos abre a una nueva realidad universal, estamos viviendo un momento importante en la historia de la humanidad en el que todos los lenguajes y las escuelas de conocimiento empiezan a encontrarse. Hasta ahí todo son buenas noticias, un encuentro de gracia, sobretodo si la ciencia y la razón nos sirven para reconocer y honrar el conocimiento ancestral y la sabiduría intuitiva de las culturas primigenias, devolviéndoles en parte su dignidad, aunque sea tarde. Dentro de este nuevo marco le debemos mucho a la neurociencia que de alguna manera nos está mostrando el camino de vuelta a lo esencial, simplemente para recordarnos aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol”.

Mas ahora viene el reto y el abismo ante una fusión que puede crear confusión, ante un relativismo peligroso del que nos urge extraer una mirada lúcida que nos sirva de veleta en este mar de cantos de sirenas, al menos para aquellos que seguimos creyendo en una base humanista y conectada a la naturaleza como esencia de cualquier proyecto universal.

Debemos comprender que conocimiento no es sabiduría y que aprender no es aprehender. Hablar del vacío cuántico y la interconexión del todo no es lo mismo que vivir y cultivar la mente y el corazón. La gran diferencia la podríamos concretar en que, experimentar vivencias de interconexión de plenitud desde el ser sintiente, nos abre a una sabiduría humilde y con matices de inocencia infantil que nos invita a mirarlo todo de nuevo desde el corazón, maravillándonos al ver cómo se desvelan las verdades del universo en las vivencias más cercanas y en la mirada del prójimo; sin necesidad de grandes parafernalias, ni discursos, ni estructuras, ni dinero.

Entiendo entonces, que el reto de nuestra sociedades actuales - que parecen estar despertando a una llamada masiva a todo lo etiquetado como espiritual- será desarrollar el arte del discernimiento individual, evitando influencias externas y modas, para que cada uno de nosotros y nosotras haga su camino libre de interferencias. Dicho esto, no olvidemos que el camino lo hacemos entre todos y todas y en cada etapa podríamos precisar de una mano, un escrito, un grupo, un compañero o compañera, un maestro o maestra que nos ayude a subir o bajar el siguiente peldaño. No olvidemos que esa mano existe de forma simbólica , la alcancemos a ver o no, todo es una creación conjunta, así que abstengámonos de proclamar logros individuales, más allá de compartir la alegría del avance y el descubrimiento continuo dentro de un caminar conjunto.

Me atrevería a apuntar, desde esta mirada particular y a modo de brújula, que el espíritu poco sabe de discursos sobre espiritualidad, sabe más de arte, de belleza, de naturaleza, de percibir, de mirar y de sentir y que, llegar a ciertas vivencias desde nuestra realidad presente, supone un trabajo consciente y profundo que pasa por transitar el miedo y el dolor para transmutarlo en energía positiva al servicio de todos. Añadiría también que todas las escuelas y culturas de sabiduría intuitiva desarrollan en alguna fase una profunda conexión, no solamente con la naturaleza del Ser, sino también con la Madre Naturaleza y el Cosmos como fuente de creación o creación y a los que se les debe un profundo respeto. Dicho esto, cualquier práctica que en última instancia no responda a este llamado, también tendrá sus limitaciones y será, simplemente y no es poco, una parte del camino.

Por todo ello, cultivar; el silencio, la contemplación, la meditación, la respiración, la música, la danza, la poesía, el contacto con la naturaleza o cualquier otra práctica creativa llevada a cabo de forma consciente, entregada y atenta, serán puertas al conocimiento vivenciado y los frutos que emerjan de ellas, una vez integradas en nuestra realidad presente y en nuestros actos más cotidianos, son los que realmente nos abrirán al gozo del amor y la percepción de lo sutil. Y desde ahí, y sólo desde ahí, podremos iniciar un camino individual y a la vez colectivo hacia el verdadero cultivo de la cualidad humana en beneficio de sociedades más comprensivas, compasivas, saludables y libres de toda forma de violencia.

Podemos tomar la definición de violencia como: toda forma de interrelación en que exista una parte dominante y otra sometida. Violencia física a cualquier escala y también violencia simbólica bajo presión psicológica o psíquica en nombre de juicios, dogmas e ideas impuestas de forma implícita o explícita que generen más dolor, sean visibles o invisibles.

En resumidas cuentas, si más avanza la ciencia y el discurso desde la razón sobre la conciencia, más nos urge un trabajo íntimo ligado a la introspección para transmutar desde nuestro interior toda forma de abuso, incluso la más sutil. Y de ese viaje interior y exterior podríamos llegar a algo tan simple y tan profundo, como aprender a discernir si servimos a la vida o simplemente estamos dando una pirueta acrobática para seguir sirviendo al miedo y, en muchos casos, priorizando el capital y la razón por encima del ser humano. Porque lo realmente desolador es que estamos siendo partícipes del horror sin ser siquiera conscientes.


La naturaleza era nuestro vínculo con el Gran Espíritu, a través de la cual se manifestaba el misterio del silencio, lo sagrado...". Charles Eastman, Ohiyesa - Dakota Sioux Santee