lunes, 22 de agosto de 2011

Ecos o resonancias de la intimidad, de la sensibilidad - Michel Balivo


(Cantor de los espacios profundos)

"... Hablando con Rosi de la época en que publicaba y de lo que todo ello generó, empezando por nuestra relación, se me ocurre que comenzar a vivir de verdad ha de tener que ver justamente con eso. Con aquello que te resuena o reverbera en tu intimidad, que te trae ecos o recuerdos profundos de la felicidad que añoras, anhelas.

Esos momentos mágicos que te conmueven, te hacen llorar, no solo por que son una fragancia, un aliento del más allá o más acá siempre presentido, sino porque gracias a esos momentos te das cuenta cuan alejado vives de todo ello, y la nostalgia, que es la contracara del deseo de ser tu mismo, la ausencia de ti mismo se apodera de ti.

Supongo que eso era lo que sin reconocerlo, sin precisarlo, intentaba escribiendo. Resonarme, recordarme, compartirme, abrir esas puertas colectivas, reverberar ecos del ser, de lo humano. Supongo que eso intentamos todos desapercibidamente en todo lo que hacemos o expresamos. Supongo que esos son los recuerdos que todos atesoramos y en los que muchas veces nos quedamos fijados, obsesionados, encarcelados.

Supongo que todos y cada uno, tenemos asociadas esas resonancias íntimas con momentos y ámbitos particulares de la vida. A esos momentos intentamos volver por todos los medios, esas reverberancias intentamos expresar, comunicar, compartir. Y si alguna visión particular le da algún tipo de sentido a nuestras vidas, es porque la tenemos asociada a esa intimidad.

Porque de algún modo nos trae fragancias, ecos de ese presentimiento que nunca termina de tomar forma definida, que no se puede atrapar ni constreñir dentro de ninguna forma porque es un ser viviente que encarna por un maravilloso instante, pero esa carne no es sino una huella de ese instante. Un recuerdo querido que a veces lastima.

Por eso lo que comenzamos haciendo porque nos dio ese dulce sabor, finalmente termina vaciándose, extrañándose, no llevándonos adonde creíamos ir. Porque el recuerdo de aquel instante se va destiñendo, la fragancia se expande velozmente dejando su delicado recuerdo en el corazón. Por eso muchas veces chocamos con el sinsentido y despertamos desilusionados.

Por eso NAP nos decía, "no me busquen nunca donde me encontraron ayer, porque yo soy siempre nuevo". Se me ocurre entonces que ese lenguaje de la intimidad, que cada cual tenemos asociado particularmente, ha de ser el único que ha de permitirnos comunicarnos esencialmente, regalando nuestra fragancia, resonando ecos de lo que somos, amamos.

Pero teniendo claro que cada cual lo tiene asociado de diferentes maneras y a diferentes ámbitos de expresión, de experiencia. Por tanto no es a través de la diversidad de formas que podemos encontrarnos. Pero esa intimidad si puede usar las formas para llegar a los demás corazones, a los hogares de lo humano.

Por eso digo que ganar en vida, en felicidad, ha de implicar resonar más y más esa intimidad siempre presentida que se nos escapa una y otra vez. Ha de significar vivir cada vez más en resonancia con ese tono o nivel de ser que se viste de y baila en todas las formas, que es la música y el movimiento, la danza de todas las formas, pero no está atrapado en ellas.

Justamente porque está y alienta en todo. Por eso cuando retornas adonde una vez lo encontraste o sentiste su tierna caricia, solo encuentras la desilusión y el silencioso vacío. Y por mucho que sacudas la mata y exprimas sus frutos, por mucho que conviertas en mágicos rituales la sencillez de aquellos momentos asociados, solo el silencio resonarás.

Lo repito, no es la necesidad lo que motoriza la historia, lo que fluye en el horizonte temporal, eso lo compartimos los seres humanos con toda la naturaleza y sus criaturas. Lo que realmente nos mueve, las zanahorias que deslumbrados perseguimos, todas son arcos iris, resonancias y traducciones a imagen de ese presentimiento.

Eso mismo hacía Don Quijote, Bolivar. Eso mismo hace la humanidad sin reconocerlo, perseguir sutiles y evanescentes sueños en medio del paisaje perceptual. Claro, si lo reconociera se haría uno con ello, se reconocería en ello, reconocería en el mundo su propia danza en lugar de vivir persiguiendo su cola. Si se reconociera se viviría plenamente en su expresividad, en lugar de soñarse y hablarse a si mismo.

Cuando se lo reconoce, ya no se piensa en términos de comparaciones con los demás ni se ponen valores en las cosas. Simplemente se reconoce la profunda diferencia entre vivirse y soñarse, y se sabe cual es el verdadero motor de la vida, se sabe que resonarlo es lo más maravilloso que puedes hacer para que el poderoso guerrero despierte de su largo sueño.

En última instancia, la condición del mundo, la historia completa vive, se expresa aquí y ahora en ti, en cada tu, en cada yo, en nosotros. Ahora está presente tu clima, tu sistema fijo de tensiones, tu mentación, tu imaginería. Y todo ello es estructural y simultáneo, es uno y lo mismo. Unos se generan a los otros, se traducen los unos en los otros, se retroalimentan.

La vida toda, el espacio tiempo todo está ahora presente en este momento, como tu propia condición mental, orgánica. Es justamente esa condición mental y orgánica, lo único que se resiste aquí y ahora a ese si mismo que presientes. Lo único que traduce esa sensibilidad a sueños, a hábitos y creencias, a torbellinos de tensiones, emociones, mentación.

Ya no importa si los impulsos que los disparan provienen de afuera o de adentro. Primero porque el adentro y el afuera están ya estructurados, asociados en formas y disparan indistintamente respuestas similares, tonos similares de energía. Y en segundo lugar por que llega el momento en que la acumulación de experiencia se sintetiza en un clima.

Es como cuando recién has comido opiparamente. Te muestren los manjares que te muestren no te interesa, no te mueve un pelo, estás saturado, sobre comido. Igual sucede con los viejos o muy vividos, sean cual sean los impulsos, de sentidos internos o externos, sutiles o intensos. Es la sobre emoción y tensión fijada, es la inercia, el ruido interno lo que percibe y responde, lo que inyecta hormonas en el torrente sanquíneo generando los paisajes que tu crees a pies juntillas, lo que responde según programación.

Es aquí y ahora por tanto que puedes reconocer la resistencia, reconocerte sutil fragancia, queda brisa que acaricia el cabello, alegría de una sonrisa que sientes pero aún no se ha dibujado en tus labios. Es ahora que puedes despertar y reconocerte. Es en este instante que puedes representar con fidelidad tu sentir superando la resistencia que te mantiene soñando.

Es ahora que puedes ser ahora, que puedes dejar de postergarte, de representarte y soñarte, perseguirte en el tiempo. Es ahora que puedes resonar lo humano en el corazón, despertándolo de los tiempos. Es ahora que la vida puede despertar de su sueños de muerte. Es en la pureza de este instante que puedes sentir, reconocer y ser la libertad, antes de que crees y creas la cárcel de tus sueños en el tiempo, y cierres la puerta detrás de ti.

Si logras oler la fragancia de ese instante puro, entonces podrás recrear las huellas de aquellos pocos instantes que han inspirado y motorizado toda tu vida, que han dando impulso y forma a todas las huellas que hoy persigues y tratas de recorrer hacia atrás sin reconocerlo.

Entonces las contadas y escasas cuentas que tiene el collar que gira dentro de ti, podrán acelerarse hasta desaparecer y reaparecer recreadas. La puerta de la cárcel se entreabrirá. El instante se convertirá en tu corazón, el arco iris destellará y vivirá dentro de ti. Cada palabra y acción lo traslucirán, la conciencia será su transparente, su desnuda expresión..."

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Extraído de Facebook, del muro de  Michel Balivo 
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