miércoles, 17 de agosto de 2011

Desiderata - Osho - Fragmento del discurso 10


__ Amado Osho: ¿Podrías hablarnos acerca de la confianza?

__ La confianza es un misterio eso es lo primero para entender acerca de la confianza. Por eso no puede ser explicada.

Puedo darte algunas indicaciones, unas pocas sugerencias, pero no puede ser descripta o definida ... sólo dedos apuntando a la luna.

Es la forma más alta de amor, es el núcleo esencial del amor.

El amor mismo es un misterio que no puede definirse, y el amor es como una circunferencia y la confianza es su centro mismo, su alma.

El amor es como el templo y la confianza es el altar más interior del templo, donde está situado Dios.

Por lo común la gente piensa que confianza significa fe; eso es erróneo. Confianza no significa fe. La fe es emocional, sentimental.

La fe crea fanáticos. Los hindúes, los musulmanes, los cristianos, éstas son las personas que tienen fe.

La confianza crea solamente una cualidad de religiosidad.

La confianza jamás vuelve a nadie hindú o musulmán o cristiano.

La fe es prestada –se toma prestada de los padres, de la sociedad en la que naces. La fe es un accidente.

Vives en fe por miedo o por codicia, pero no por amor.

La confianza es por amor.

La fe es un condicionamiento, impuesto; es una esclavitud. El hombre de fe es un prisionero. Puede ser que lo sepa, puede ser que no lo sepa. Puede ser que haya estado viviendo en un palacio muy hermoso, pero está aprisionado en él.

La prisión puede estar muy bien decorada –con Biblias y Coranes y Vedas y Gitas- puede ser que esté hecha de hermosas doctrinas, filosofías, ideologías, pero es una prisión porque no has entrado en ella por ti mismo; te han forzado a que entres.

Yo era un niño pequeño y mi padre me llevaba al templo, y yo siempre me resistía.

Le decía: “Me quedaré afuera del templo, entra tú.”

 Él me decía: “Pero ¿por qué no puedes entrar tú?

Yo le decía: “ Cuando yo tenga ganas de entrar entraré, pero no tengo ganas de entrar. ¡Es tan lindo aquí afuera! ¿Por qué tengo que entrar? ¡Y no le veo el sentido para nada! Los árboles afuera, los pájaros cantando afuera, el sol. ¡Es tan hermoso!

Te esperaré aquí. Si tú eliges estar adentro y sentarte en ese lugar cerrado y sin ventanas, ésa es una elección tuya.”

Mi padre trataba de convencerme pero jamás lo lograba. Todos los padres lo intentan, y no es mala la intención, pero las intenciones inconscientes, aún si son buenas, no sirven de mucho. Dificultan, perjudican. Una intención puede realmente ser buena sólo cuando es consciente, de otro modo se crean prisiones, y tú te apegas a las prisiones. Es muy difícil.

Aún un hombre como Bertrand Russell, que no cree en el cristianismo, ha confesado que, aunque dejó de creer en el cristianismo, si de pronto alguien le pregunta, “¿Quién fue más grande Buda o Cristo?”, en algún lugar en lo profundo él sabe que Buda es más grande, pero contestará, “Cristo”. Esa educación cristiana ... aún la mente que ha sido abandonada ha dejado cicatrices.

Él dice, “Cuando pienso en esto, cuando estoy alerta, puedo ver la grandeza de Buda. Comparado con Buda lo que dice Cristo parece común –pero eso es cuando estoy alerta, cuando no estoy alerta, si me despiertan de repente y me preguntan, seguramente diré Cristo, en algún lugar me hiere poner a Buda por encima de Cristo.”

Y yo puedo comprender su dificultad. La misma dificultad que tendría un budista. Puede ser que esté convencido de que Cristo es mucho mejor, puede ser que esté convencido de que el sacrificio de Cristo es más grande que el de Buda, pero en lo profundo de su inconsciente está allí el entrenamiento, el condicionamiento, no puede poner a ninguna otra persona por encima de Buda.

Un académico jaina que era discípulo de Mahatma Gandhi escribió un libro acerca de Mahavira y Buda y me mostró el manuscrito. Me dijo, “Estoy tratando de hacer una síntesis de las dos religiones.”

Yo miré el título y le dije, “No lograrás hacer una síntesis, no podrás hacer una síntesis. ¡Solamente basta con ver tu título!”

Él dijo, “¿Qué puedes saber por el título?”

El título era Bhagwan Mahavira y Mahatma Buda. Le dije, “¿No puedes llamarlos Bhagwan a los dos?” “Mahatma” significa hombre muy grande, pero aún así, hombre, y “Bhagwan” significa alguien que ha ido más allá del hombre. Le dije, “¿Cómo puedes llegar a una síntesis? ¡Ya has discriminado!”

Él se sorprendió y dijo, “Le mostré mi libro a mucha gente -nadie ha señalado eso. Se lo mostré a grandes académicos, a eruditos, y todos lo han valorado.”

Le pregunté, “¿Se lo mostraste a algún budista?”

Él dijo, “No.”

Le dije, “Muéstraselo a cualquier budista y verá la ofensa que le has hecho a Buda. Pregúntale qué sugeriría él. Te dirá, “Escribe Bhagwan Buda y Mahatma Mahavira- ¡Cámbialo!”

¿Qué es Mahavira comparado con Buda para un budista? Pero para un jaina, Mahavira es más grande. Buda llega muy cerca, pero solamente cerca; todavía hay una distancia. Puede ser de sólo un paso, pero esa distancia tiene que estar allí. Están involucrados nuestros egos.

La fe es egoísta, por eso es fanática. La fe es prestada, por eso es fea. La fe es una esclavitud porque te la han impuesto a través de sutiles estrategias. No es confianza.

La confianza es un fenómeno totalmente diferente, con un sabor diferente.

No es tu propio crecimiento que te lleva a la confianza; es tu propia experiencia, es tu propio conocer.

La fe sucede a través del condicionamiento y la confianza sucede a través del descondicionamiento. Debes abandonar la fe antes de poder alcanzar la confianza.

Y la segunda cosa para recordar: la confianza tampoco es creencia. La creencia es una treta de la mente para reprimir la duda.

El hombre nace con muchas dudas, con millones de dudas, y es natural, es un don de Dios. La duda es un don de Dios, pero te crea problemas.

Si empiezas a dudar... y puedes dudar de todo, tu vida será un conflicto constante; tendrás que transigir. Si naces entre cristianos tienes que creer; si no crees vas a estar en dificultades.

¿Por qué fue crucificado Jesús? Por la simple razón de que se negó a creer; trató de experimentar. En la Biblia falta por completo la mayor parte de su vida; faltan dieciocho años.

Y en una vida de treinta y tres años, dieciocho años es un período largo. Se lo menciona al principio cuando tiene doce años y después se lo menciona cuando tiene treinta años, y a los treinta y tres es crucificado.

¿Qué ocurrió entre los doce y los treinta años? ¿Dónde estaba? Durante esos dieciocho años Jesús vivió con muchos maestros, se movió en muchas escuelas esotéricas.

En particular, vivió en una escuela secreta, la de los esenios; toda su enseñanza proviene de esa escuela secreta. Pero esos dieciocho años fueron en su totalidad de profunda meditación, experimentación; fue a los más profundo de su ser.

Cuando llegó a saber por sí mismo lo que es la verdad... había confianza, no era creencia.

Hay que merecerse la confianza; la creencia es un sustituto barato.

La creencia significa que le tienes miedo a la duda, porque la duda causa problemas, y la duda te mantiene en un estado de confusión.

Y no tienes suficiente coraje como para vivir en un estado de caos, en la anarquía -y eso es lo que crea la duda.

Así que de inmediato reprimes la duda, y la manera de reprimirla es creer.

El camino hacia la confianza es la duda, y la duda es hasta el final mismo. ¡Sigue hasta el final!

No reprimas tu duda en ningún punto, de otro modo te perderás la confianza.

La confianza surge de la duda, no reprimiéndola sino experimentando la duda hasta su extremo último.

Cuando sigues dudando y dudando y dudando, llega el momento en que todas las creencias son destruidas por las dudas, toda fe se evapora al calor de la duda, y todo lo que queda es tu ser.

Ahora no hay nada de lo que dudar, la duda muere, se suicida, porque no existe nada que la mantenga andando, nada que la alimente ya más.

Ése ha sido mi camino. Yo no llegué a través de la creencia, llegué a través de la duda.

Es mejor comenzar como alguien que duda mucho que como un creyente, porque el creyente permanecerá falso siempre; siempre seguirá siendo superficial, poco profundo.

La creencia jamás puede ser más que superficial: rasca un poquito y allí, inmediatamente, está la duda.

La confianza necesita persuasión continua; la duda debe ser usada como herramienta de persuasión. Hasta que llegues a tocar todo el fondo de piedras...

Un tenor estadounidense estaba haciendo su debut de ‘Pagliacci’ en la Ópera Scala de Milán.

Cuando terminó la fascinante aria ‘Vesta la Giubba,’ el público aplaudió, y Carbogno, un hombre mayor sentado en la platea, se puso de pie y exclamó, “¡Cántala otra vez!”

El tenor, encantado con el pedido, hizo un bis. Carbogno, el fanático de la ópera, nuevamente se puso de pie e imploró, “¡Cántale otra vez!”

Después de cinco bises, el tenor fue hasta el borde del escenario y dijo,

“Gracias por su calurosa recepción.”

Nuevamente el viejo gritó, “¡Cántala otra vez!”

“Lo lamento, señor,” dijo el cantante, “Tenemos que continuar, no puedo cantarla otra vez.”

“¡Sí!” exclamó el fanático de la ópera. “Cántala de nuevo hasta que la cantes bien!”

Hay que seguir y seguir dudando -¡Hasta que la cantes bien!

La duda es una espada: corta todas las creencias, pero es un camino peligroso.

Es inevitable que el camino a la verdad sea peligroso porque la verdad es la última cima.

Cuanto más alto avanzas hacia el Everest, más peligroso es el territorio en el que entras. Un solo paso en falso y perderás el camino para siempre.

La verdad libera, pero para alcanzar la verdad, en tu escalada hacia las alturas, tienes que atravesar un pasaje muy estrecho.

Por eso millones de personas deciden vivir en sus valles oscuros y creen que

“el Everest existe y está bañado por el sol y hay una tremenda belleza, porque Jesús ha llegado allí, Buda ha llegado allí. Podemos creerles a ellos. ¿Qué necesidad hay de ir allí? Podemos vivir confortablemente en nuestros valles oscuros. No es necesario que corramos ningún riesgo.”

Pero sin riesgo no hay verdad, sin riesgo no hay vida. Tienes que aprender a arriesgar, tienes que ser un apostador.

Si dudas y sigues dudando, llega un momento en el que todo en lo que creíste alguna vez desaparece, se evapora. Es casi un estado de locura.

En cualquier momento puedes caerte en el abismo que te rodea.

Si te caes, es un estado de depresión.

Si te mantienes alerta y consciente, si observas con cautela, entonces es un nuevo comienzo.

La confianza es el último comienzo, la última apertura: te ayuda a que conozcas la verdad por ti mismo. Y la verdad libera sólo cuando es tuya; la verdad de otra persona no puede liberar a nadie. Crea esclavitud y nada más.

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