martes, 14 de septiembre de 2010

Sociedad: “Criticar por criticar ¿vale la pena" (2da. Edición) - Giovanni Capobianco Mucci.


Venezuela

No podemos negar que actualmente los venezolanos, no solo deseamos expresarnos públicamente,

sino que lo hacemos con suficientes argumentos para proponer soluciones,

exponer nuestros puntos de vista,

y hasta comprometernos en la toma de decisiones para participar en grupos comunitarios organizados.

No obstante, este importante hecho cuando se da dentro de escenarios con profunda radicalización,

ésta provoca que un gran volumen de opiniones, proposiciones e ideas interesantes y oportunas se diluyan,

no por su propia naturaleza, sentido y pertinencia, sino por el estado de crispación entre los grupos involucrados y contrapuestos,

que entienden o decodifican a las expresiones emitidas como “una crítica”

y se reacciona frente a éstas como si fuesen “destructivas” comprometiendo sus posibles efectos positivos,

tanto en lo político e incluso en otros ámbitos de la organización social y cultural.

Apuntemos entonces hacia “La Crítica” y preguntemos:

¿Es una cualidad o un defecto “criticar” permanentemente?

¿Es ella un valor esencial del ser humano?

¿Toda crítica es “constructiva” o existe la crítica “negativa”?

Para mí la crítica es un “valor” solamente si es constructiva, si va dirigida a proponer posibilidades para enmendar errores y si admite al diálogo como la forma para transformarla en una acción que le de continuidad a un proceso de obtención de beneficios comunes.

Así, de esa manera, a la “crítica constructiva”, perfectamente la podemos canalizar junto a otros valores como el respeto, la tolerancia, la honestidad y la lealtad.

Nos queda entonces revisar el “comportamiento humano” para poder validar a la crítica como “aporte positivo” y resolver satisfactoriamente situaciones desfavorables,

ya que es cierto que en algunos grupos sociales y políticos, existe una fuerte tendencia a “criticar sin ton ni son” convirtiendo a ésta en un factor de perturbación de la comunicación, y produciendo efectos contraproducentes en aquellos a quien va dirigida.

¿Estamos entonces en un –círculo vicioso- y polarizamos nuestra forma de interactuar cuando recibimos una crítica? Yo creo que no.

Me parece que el problema radica, por una parte, en nuestra disposición para aceptarla con paciencia, analizarla con madurez y con nuestras “inteligencias múltiples”;

y por otra, a que debemos responderlas proactivamente a favor de la construcción de significados reales, válidos y compartidos.

Creo sentir ya la “reacción” de muchos de ustedes diciendo: “…Otra utopía más…”.

Pero si seguimos haciéndole el juego a nuestras emociones guiadas por el ego y rechazar todo lo que sea distinto a “nuestra” forma de pensar, nos seguiremos llenando de “utopías” y nuestro desarrollo humano, tarde o temprano, perecerá ahogado en ellas.

Tenemos ante nosotros una opción factible para valorar a la crítica en su justa dimensión.

Comencemos por evaluar nuestros propios pensamientos y acciones con honestidad, con profundidad y verificando que dominamos la base conceptual, teórica y filosófica que manejamos; esto significa ser primero “autocríticos”.

Entendamos que no siempre tendremos “respuestas” para todas las preguntas o inquietudes que nos planteen;

luego consideremos una “anticipación” de las posibles conclusiones que se puedan generar si entablamos una “discusión”; nunca perdamos la contextualización, consideremos y estudiemos el caso en su totalidad y sistémicamente;

evitemos ser simplistas por un lado y radicales por el otro, estar consientes del nuestros prejuicios emocionales o intuitivos, esto ayuda muchísimo;

y complementemos con nuestras propias ideas, siempre y cuando tengamos la seguridad de tenerlas sustentadas con argumentos válidos y operacionalmente factibles.

¿Todavía lo ven como una utopía? Entonces mis amigos, los más seguro es que sus interlocutores, o ustedes mismos estén “Criticando por Criticar”…

Giovanni Capobianco Mucci. 14.09-2010.
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