viernes, 7 de mayo de 2010

La Bestia (un pequeño ejercicio sobre la maldad) - Sherline Chirinos


Juan Nuño en su ensayo “ La Banalidad del Mal” hace referencia a la tesis de Hanna Arendt (filósofa de política, quien ha tenido al Nazismo como uno de los objetos centrales de reflexión) de que el mal es trivial porque se ha podido institucionalizar administrativamente, porque las sociedades altamente burocratizadas forman ciudadanos dóciles y obedientes que, mientras la orden, así sea la de matar, venga de un organismo o institución debidamente planificada, ellos lo cumple sin problema.

Matar les resulta a estos ciudadanos tan normal como repartir carta, atender público o vender estampillas. Todas estas actividades son racionales: forman parte de un diseño organizativo del Estado y la sociedad.

Las actividades están organizadas racionalmente para aprovechar de la mejor manera el tiempo. Están organizadas siguiendo la lógica sencilla: reducir costo de tiempo y demás recursos.

La referencia de Nuño a la racionalidad Estatal viene del sociólogo Max Weber y es una discusión amplísima en las Ciencias Sociales.

Se puede hablar de Razón en dos sentidos: racionalidad y racionabilidad.

La primera es instrumental: es una lógica fría, un cálculo impersonal, para administrar los medios, los instrumentos, los mecanismos para conseguir cualquier fin al menor costo y tiempo posible.

Ejemplo: todo horario, todo plan, toda organización racional burocrática, la ciencia en general .A esta racionalidad instrumental se refería Max Weber.

Los nazis se hacían más racionales cuando mataban más judíos en menos tiempo y menor costo.

Otra cosa es la racionalidad que algunos (Habermas) llama la racionalidad comunicativa que es la que se usa para definir los fines, a partir de acuerdos, conseguidos sobre la base de ciertos supuestos éticos: pretensiones de validez de lo que se dice, de sinceridad, de respeto al otro, de acuerdo en la manera, como se dice, etc.

Los seres humanos somos racionales, inteligentes en el sentido de dotarnos de medios, mecanismos, máquinas.

Pero también pudiéramos ser racionales, sensatos, justos.

Pero ¿será esto posible?

La racionalidad instrumental permite clonar personas, ahora ¿es esto sensato? ¿En que nos podemos poner de acuerdo? ¿Cuál fin darle a estos conocimientos y tecnología?

La experiencia es que avances científicos y tecnológicos como la energía nuclear se usaron con fines militares, para obtener poder o riqueza ¿Ese es el único fin que es razonable para el hombre?

La tesis de Nuño, inspirada en Hanna Arendt, tiene sus debilidades.

Basta referir cosas como que en África, los grupos étnicos (como los Tutsis y Humus en Ruanda) no necesitan del Estado ni de su burocracia para matarse; es más no necesitan de ninguna justificación, si es que puede existir alguna, para aniquilarse, y no solo en África, aquí en Venezuela tenemos más muertos semanalmente que en cualquier país del Medio Oriente que está en guerra.

Yo entiendo que el mal al que se refiere Nuño en su ensayo, es el mal planificado por un Estado, el “Terrorismo de Estado” ; pero también es cierto, para mí, que el hombre es esencialmente malo. 

No es casual que casi todas las religiones tengan como mandamiento el “No Matar”: conocían la bestia por dentro. No hay tipos de “civilizaciones” que por su organización, por su sistema político, puedan devenir en mal. No necesita una alta burocratización para provocar un holocausto, y tampoco estos asesinos masivos son exclusivos de la sociedad occidental ¿O no fue un holocausto lo de Khmer Rouge en Camboya o las masacres de Sierra Leona?

Si lo criminal salen todas las etnias (los caribes por ejemplo) queda la opción de pensar en la locura como explicación de la maldad nazi. El deseo de que esté todo muy limpio, el exceso de pulcritud, la manía de profilaxis, de lavarse las manos, la ropa si es, aunque Nuño lo desestime, un indicio de locura obsesiva-paranoica.

Si lo que hicieron loa alemanes con los Judíos, como ejemplo de exterminio, fue deshacerse de la basura, limpiar la suciedad, exterminar los gérmenes ¿de verdad esto no es locura?

Como debe ser locura pasar por experiencias tan terribles como las de los judíos y luego ser ellos los perseguidores del pueblo Palestino.

Por otro lado, como no sentir vergüenza histórica por el exterminio de los judíos por parte de los nazis, también es una muestra de locura.

Hace unos días marcharon unos Neo-nazis por las calles de una ciudad Alemana. Esta es una muestra más de la irracionalidad del ser humano. El mal no es banal o superficial, es más: es el más profundo sentimiento del ser humano, dispuesto a demostrarlo en cualquier momento y sin ningún prejuicio.

El hombre es esencialmente malo según el cristianismo. Descendemos de una pareja que cometió el primer pecado al desobedecer al a Dios, por lo tanto, ya no estamos hechos a imagen y semejanza de Dios ¿O nunca fuimos imagen y semejanza de Dios y por eso cometimos el pecado original? Creo que nos jugaron una trampa: Dios nos hizo imperfectos, con el mal por dentro y después le echó el muerto a Adán y Eva. Podemos ser malos o buenos, pero ha sido la maldad la que ha hecho que el mundo cambie. Los 7 pecados capitales han sido los promotores de casi todos los avances industriales, tecnológicos, etc. El capitalismo se sostiene del egoísmo y la avaricia del ser humano.

De todas formas si la respuesta del cristianismo nos deja dudas, podemos optar por la del psicoanálisis: el mal es un instinto igual que el Eros.

Por supuesto, ahora no matamos por “instinto”, matamos por razones muy bien pensadas, no faltaba más, ni que fuéramos animales: nosotros matamos porque somos superiores, porque tenemos razón de cómo organizarnos, por un trazado geográfico, porque mi religión es la correcta y mi pueblo o mi grupo religioso es escogido por Dios.

Definitivamente el demonio existe y forma parte de nosotros, aunque lo disfracemos de “verdad”. A fin de cuentas, con arrepentirnos al final de la vida se resuelve la posible culpa y la entrada al reino de los cielos está garantizada. Porque los humanos de perdón sólo sabemos lo que las clases de metafísica y “Nueva Era” nos meten como profundas y acertadísimas reflexiones.

Además ¿de qué debemos arrepentirnos? Matamos por el bien de los otros. Si no, pregúntenle a Pinochet el bien que le hizo a Chile cuando torturó, mató y desapareció a más de tres mil chilenos. Hoy muchos lo llaman el salvador de Chile. Qué gran sacrificio tuvo que hacer este pobre hombre. Dios debe estar guardándole un espacio allá arriba, porque Dios le perdonará aunque se haya metido con su creación.

El problema del perdón es el olvido. Cuando perdonamos tratamos de olvidar el mal que nos ha hecho, quedando en cierto modo desprotegidos frente al riesgo de que se repita el mal. Por otro lado, si no olvidamos, pese a decir que perdonamos, no podemos evitar desconfiar, estar preparados contra la repetición del Mal, actitud que tendríamos que esconder para que se crea en nuestro perdón auténtico.

Total que terminamos, o bien siendo hipócritas, o bien convirtiéndonos en unas eternas víctimas que manipulan con su dolor, dignas de burlas como las que le hace Juan Nuño a los judíos.

Así que lo del perdón, dejémoselo a Dios, y asumamos lo que somos: crueles e imperfectos seres humanos. Lo siento: no estoy muy ganada para el mandamiento de Cristo de perdonar a nuestros deudores.

Nadie mata sólo por cumplir una orden. Es necesario sentir el deseo o estar tan enajenado como para no poder darse cuenta de la vida del otro.

En la película “Asesinos por naturaleza” una pareja de jóvenes va huyendo por varias regiones de Estados Unidos matando gente sin ningún tipo de remordimiento; más bien, con mucho placer porque se estaban convirtiendo, gracias a los medios de comunicación que hicieron asesinatos un show y de los asesinos unos héroes amados y respetados por un país, todo un suceso mediático.

Pareciera que la vida no tiene valor, sin embargo los asesinos tratan de preservar la suya, y los que no hemos asesinado a nadie, también. ¿Por qué tratar de preservar la propia y no la ajena? ¿Cuándo es válido matar? Creo que más bien el ser humano inventa o improvisa ka validez del asesinato “por el camino” “sobre la marcha”.

El holocausto jamás podrá ser comprendido, no por el horror de los asesinatos, sino por la forma tan eficiente como fueron cometidos los asesinatos, y en esto Nuño tiene razón. Un estado totalitario es mucho más eficiente, en todo, que este bochinche de estados democráticos.

Si por eficiencia entendemos el cumplir puntualmente una orden de asesinar a miles de personas un mismo día. DE hecho, el estado israelí después del horror vivido por los judíos, están tratando de hacerle lo mismo a los palestinos, pero creo que les falta asesoramiento de sus tan odiados nazis.

Si bien se impartió una orden de matar a un grupo humano, no menos cierto es que existió gente dispuesta a obedecerla sin presión alguna de parte de sus jefes. Les salió solito, porque el antisemitismo es una vieja tradición de las masas en países como Austria y la propia Alemania. Eso le viene desde mucho antes que Hitler.

Me resulta interesante buscar el origen del mal en la conducta humana del momento en que sucedieron las matanzas, en los genes, qué sé yo.

Más que en la supuesta racionalidad del estado o en la trivialidad de unos funcionarios. Hasta en la alimentación puede haber una respuesta. Hay una teoría de la agresividad que la explica por el consumo de productos derivados de la carne; aunque en la India también se ha masacrado pueblos completos.

De no ser así, si el mal no está sembrado en lo más profundo del ser humano ¿cuál es el gusto en producciones cinematográficas, de asesinatos, torturadores, en fin de todo lo oscuro del hombre? Los cines se llenan cuando se proyectan esos filmes. Películas como “Asesinos por naturaleza” son todo un éxito ¿Acaso no tenemos todo ese “instinto asesino” cuando vamos y disfrutamos de ese tipo de películas? Incluso identificándonos con los personajes. Sentimos empatía por las víctimas y odio por los “asesinos”.

En cualquier obra literaria que nos describa con lujo de detalles el dolor de la tortura y el exterminio de seres humanos, llegamos a desear que a los “malos” les pase lo mismo que a las víctimas. Llegamos hasta a regodearnos cuando nos imaginamos al “malo” sufriendo, es decir, disfrutamos del mal que se le podría provocar, o nos percatamos de que nos hemos quedado atrapados: terminaos siendo malos, disfrutando con el sufrimiento del otro.

Nuño apunta también la responsabilidad de las religiones judeocristianas por sostener la creencias entre sus fieles del pueblo elegido, aunque yo creo que justamente las creencias religiosas y el temor a Dios han evitado que nos exterminemos definitivamente. Con la religión hemos topado.

Es verdad que también en nombre de la fe y del amor a Dios se han cometido terribles actos de maldad, desde la Santa Inquisición, hasta el trato que se la a las mujeres en Afganistán. Pero es que el hombre usa cualquier razonamiento, fe, instinto, costumbres, para dar rienda suelta a su maldad.

La religión (así como la filosofía y todo tipo de pensamiento reflexivo) puede actuar como un sedante (Marx dijo en otro contexto y refiriéndose a otras cosas, que la religión era el opio de los pueblos).

Pero al parecer, pasa con la creencia lo mismo que con el Lexotanil, Divagán, Somese, etc. Y todo medicamento que calme al loco: de tanto tomarlo llega un momento en que cesa su efecto, pierde su eficacia, pero digamos, el cuerpo se acostumbra. ¿Qué alternativa nos queda? En primer lugar, tenemos la opción radical.

Hay una película con Bruce Willis llamada “Doce monos”, en la cual un grupo de ecologistas decide exterminar a los seres humanos mediante un virus ¡Terrible decisión!

La bestia aparece de nuevo. Otra alternativa es seguir inventando y readaptando las creencias religiosas, políticas o filosóficas en general. Algo axial como hacen los médicos con los calmantes y los sedantes.

Una opción más agradable es el de un psicoanálisis sesentoso: contrarresto el Thanatos, el instinto de la muerte, con el Eros, el instinto sexual o del amor. Como decían los hippies o John Lennon: “haz el amor, no la guerra”. Claro; podemos correr el riesgo de sobre poblarnos, pero en fin algo tenemos que sacrificar, aunque sea el espacio.

Como última opción, podemos desentendernos, olvidarnos, dormir, porque al final sólo puedo desentenderme: al final lo único que puedo hacer es poner a dormir mi propia bestia y hacer garantizar que al menos ella no acabará eliminando a otra víctima.
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