domingo, 20 de diciembre de 2009

Intencionalidad – Fundamento de la visión del mundo humanista - Hugo Novotny


La historia evolutiva de nuestro Universo, desde la explosión creativa hasta el momento
actual, nos muestra un proceso de ascenso espiralado donde energía, materia y vida avanzan
hacia formas cada vez más complejas en ciclos progresivamente acelerados.

La coherencia y actualidad de esta concepción está sustentada por teorías y datos
experimentales de las últimas décadas en los campos de la mecánica cuántica, astronomía,
astrofísica, biología, antropología, sinergética (teoría del caos, autopoiesis).

En nuestra opinión, asistimos hoy al nacimiento de un nuevo paradigma cosmogónico capaz de
sustentar el desarrollo de la civilización humana en los siglos que vendrán. Especialmente, si
en el proceso de modelación en marcha se incluyen los conocimientos y la experiencia de la
psicología profunda o psicología de lo Profundo. Los trabajos en estos campos de K.Jung,
E.Husserl, R.May, S.Grof, E.Torchinov y Silo, tienen carácter fundamental.
En el contexto de esta nueva visión del mundo, quisiéramos considerar brevemente algunos
puntos que, desde nuestro punto de vista, merecen atención en el contexto de esta
conferencia sobre las bases del pensamiento humanista.


Primera cuestión: la evolución del Universo, la vida, la vida humana, son producto de la
casualidad o de la intencionalidad?

El concepto de casualidad no necesita de definiciones complejas. Según nos dice el
diccionario, casualidad es un “fenómeno o circunstancia inesperado”. ¿Se puede pensar, por
ejemplo, que es una simple casualidad que los elementos químicos pesados surgieran en el
transcurso de la evolución de las estrellas? Como advierte con justeza A. Panov en su artículo
sobre el Multiverso: “Si el nivel de energía de 7.65 MeV en el núcleo de carbono no se hubiera
dado, los elementos quimicos pesados nunca hubieran sido sintetizados en nuestro Universo y
el surgimiento de la vida no hubiera sido posible. Tal hecho, que de un nivel casual de energía
dependa en adelante tanto, resulta completamente increíble”.

Así es. Y seguramente lo mismo puede decirse respecto de la conformación de los átomos a
partir de nucleones y electrones libres en el plasma primordial, de la formación misma de las
estrellas, del surgimiento de la vida, del ser humano... o sea, frente a cada momento
decisivo, cuando en el proceso se produce una bifurcación y comienzo de un nuevo ciclo
evolutivo. Resulta muy poco creíble que todo sea producto de la casualidad.

En lo que hace al concepto de “intencionalidad”, se lo puede encontrar ya en los filósofos de
la antigua Grecia. Aristóteles decía: “Lo que se presenta a nuestros ojos es una “intentio” del
alma”.

La escolástica, retomando a Aristóteles, utilizó también este concepto. Y a finales del siglo
XIX es Brentano quien lo introduce en la psicología occidental. Según Brentano, la conciencia
se define por el hecho mismo de ser intencional, direccionada hacia algo, mostrando algo
ubicado fuera de ella misma, o sea, presupone un objeto. De tal modo, la intencionalidad
otorga significados a la conciencia, dándole sentido.

Pero es Husserl, discípulo de Brentano, con quien el estudio de la intencionalidad adquiere un
carácter estricto, en sus “Ideas acerca de una fenomenología pura” y sus “Meditaciones
cartesianas”. El consideraba que la conciencia no existe en un vacío subjetivo, sino que es
siempre “conciencia de algo”. La conciencia no sólo no puede ser separada del mundo de sus
objetos, sino que ella misma constituye ese mundo. De acuerdo a la concepción husserliana,
no es posible comprender cómo esta construida la realidad, sin comprender a fondo la
intencionalidad de la conciencia que construye dicha realidad. Husserl abrió camino al
pensamiento para lograr independencia de la materialidad de los fenómenos.

El psicólogo americano R. May define etimológicamente a la “intencionalidad” como
movimiento en dirección a algo, inclinación, tendencia. En este concepto, lo central es la
partícula “tend”, que significa inclinarse, dirigirse hacia. “Nuestra acción – escribe May – no
es sólo resultado de excitaciones provenientes del pasado; nos movemos “en dirección a”
algo. Por otra parte, esta palabra significa también “ocuparse de”. Nos ocupamos de nuestros
seres queridos, de nuestro trabajo, dirigimos nuestra atención a nosotros mismos. En uno y
otro caso se manifiesta nuestra inclinación, tendencia”.

May da un sencillo ejemplo de la vida cotidiana: “Sobre la mesa hay una hoja de papel. Si yo
me preparo para escribir algunas notas en la hoja, entonces veré la hoja desde el punto de
vista de su limpieza: ¿ya está escrita o no? Si mi intención consiste en construir con esa hoja
un avioncito de juguete para mi nieto, veré la hoja desde el punto de vista de su
consistencia. Si en cambio, me preparo para dibujar en ella, entonces veré la rugosa textura
del papel invitando a mi lápiz y prometiendo hacer mis líneas más interesantes. En cada caso
se trata de la misma hoja de papel y yo soy siempre la misma persona que reacciona ante
ella. Pero sin embargo veo tres hojas de papel completamente diferentes. Claro que no
corresponde aquí hablar de “distorsión”: es sencillamente un ejemplo de la infinita diversidad
de sentidos que puede tener para nosotros esta conjunción de estímulo y respuesta. La
intención es direccionamiento de la atención de la persona hacia algo. Así, la percepción es
dirigida por la intencionalidad”.

Del mismo modo, con el simple recurso de recurrir a la propia experiencia y reflexionar sobre
ella, podemos decir que el recuerdo, la imaginación, el comportamiento, son dirigidos por la
intencionalidad.

Por su parte, Silo (seudónimo literario del pensador latinoamericano Mario Rodríguez Cobos),
considera que “la conciencia es intencionalidad” y subraya la “actividad de la conciencia,
capaz de transformar al mundo y a sí misma de acuerdo a su intencionalidad”, “el primado
del futuro sobre la situación actual”. “Es la imagen y representación de un futuro posible y
mejor – escribe Silo - lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda
revolución y todo cambio. Por consiguiente, no basta con la presión de condiciones
oprimentes para que se ponga en marcha el cambio, sino que es necesario advertir que tal
cambio es posible y depende de la acción humana. Esta lucha no es entre fuerzas mecánicas,
no es un reflejo natural, es una lucha entre intenciones humanas”.

En nuestra visión, intencionalidad, apertura, espacialidad y temporalidad de la conciencia son
conceptos claves para explicar la estructura de la vida humana, para describir los fenómenos
tanto del mundo interno como del medio que rodea al ser humano.

Por supuesto existen otras miradas en este tema, diametralmente opuestas a la mencionada,
según las cuales del ser humano nada depende, todo está predeterminado, impuesto, o por
las condiciones naturales, o por los designios de una entidad superior... Pero no creo que sea
necesario aquí detenerse en estas consideraciones.

También nos encontramos habitualmente conque, al pronosticar los posibles escenarios de la
humanidad a futuro, se plantea la cuestión de cuál escenario es más probable y cuál menos
probable. Como si la resolución de estas alternativas fueran un problema de la estadistica,
independiente de nuestra actitud respecto de ese futuro.

La mirada humanista acentúa el rol creciente de la intencionalidad humana en el proceso
evolutivo planetario; su rol decisivo frente a cada punto de bifurcación histórico.

Desde nuestro punto de vista, es la intención de superar el dolor y el sufrimiento, de superar los
límites espacio-temporales impuestos por el propio cuerpo, lo que da impulso y dirección
a la historia humana.

Pero al comienzo hemos planteado el tema de la intencionalidad no sólo en relación a la
evolución humana.
El paralelo es evidente: la tendencia, el “movimiento hacia”, el “impulso hacia”, pueden
observarse claramente a lo largo de todo el proceso evolutivo de nuestro Universo.

En su obra, Silo va más alla de los límites del individuo, de lo humano, y se refiere a “una
Intención evolutiva que da lugar al nacimiento del tiempo y a la dirección de este Universo.
Energía, materia y vida evolucionan hacia formas cada vez más complejas”.

Y explica así su concepción: “Cuando la materia se comienza a mover, nutrir y reproducir,
surge la vida. Y la materia viviente genera un campo de energía al que tradicionalmente se ha
llamado “alma”. El alma, o doble energético, actúa en el interior y alrededor de los centros
vitales de los seres animados. Los seres vivos se reproducen y en ese acto pasa, a traves de
las células en fusión, el campo energético que configura un nuevo ser totalmente
independiente”. “La evolución constante de nuestro mundo ha producido al ser humano,
también en tránsito y cambio, en el que se incorpora (a diferencia de otras especies) la
experiencia social capaz de modificarlo aceleradamente. El ser humano llega a estar en
condiciones de salir de los dictámenes rigurosos de la Naturaleza, inventándose, haciéndose a
sí mismo física y mentalmente”.

Verdaderamente. En toda la evolución humana puede observarse una permanente tendencia a
la ampliación del grado de libertad. El profesor Nazaretián denomina a este proceso
“tendencia histórica continua de alejamiento de lo natural”.

Comenzando desde la total dependencia de los antepasados a las condiciones naturales del
medio ambiente, el hombre, en su camino de ascenso espiralado, pasó a través del dominio
del fuego, de la energía, de los procesos físico-químicos y de los procesos biológicos. Así hasta
hoy, cuando no sólo ha aprendido a producir y controlar reacciones nucleares (del tipo a las
que se producen en el núcleo de las estrellas); a dominar el clima, los procesos de producción
y reproducción artificial de la vida; sino que se prepara para la manipulación de los códigos
genéticos, la transformación de su cuerpo y de su estructura psíquica, la independización de
los procesos síquicos de la prótesis física natural...
Un salto formidable hacia la indeterminación y la libertad. Todo gracias a la
intencionalidad humana, en proceso de desarrollo en nuestro planeta.

Nosotros hablamos de la necesidad hoy de una nueva mirada, humanista, sobre la historia, el
presente y el futuro. E intentamos materializar esto, por ejemplo, a través de documentales
científico-educativos. ¿Pero en qué consiste la particularidad de esta mirada?

Aquí también el tema es la intencionalidad. Consideramos la participación activa del ser
humano un factor decisivo en la determinación del curso de la historia, en la construcción del
presente. Consideramos que la posibilidad y capacidad de elegir dirección es un factor
decisivo en la determinación del futuro hacia el cual avanzamos.

Pero es necesario aclarar un punto muy importante. Con nuestros documentales de la serie
“Faros de la Humanidad” o de la futura serie “Humanistas de la historia rusa”, por ejemplo,
no pretendemos enseñar o ayudar a la gente a elegir mejor sus gobernantes.

Estamos profundamente convencidos que vivimos en una época muy especial, en un
entrecruzamiento espacio-temporal tal, cuando en el interior de cada ser humano puede
nacer un Federico II, un Rodolfo II, un León Tolstoy... En cada ser humano, sea científico,
gobernante, artista, obrero o estudiante, puede surgir la Fuerza, la Inspiración, la señal de lo
Profundo, puede nacer el Espíritu.

En el templo hindú Borobudur se encuentran tres círculos en forma de campana shatra,
que guardan dentro de sí los respectivos “Budas de meditación”,
recordándonos que la sabiduría del Buda está potencialmente en cada uno de nosotros,
y “sólo espera el momento cuando la mente se despierte de su sueño”.

La intencionalidad determina la percepción del mundo. La intencionalidad determina la visión
del futuro. La intencionalidad determina el comportamiento humano. La intencionalidad
humana determina el curso de la historia, abriendo siempre camino hacia el futuro... y nada
podrá detenerla jamás.

La toma de conciencia de este hecho nos da una enorme fuerza, una libertad y creatividad
que no pueden ser limitadas por las leyes del mundo material. La plena toma de conciencia
de este hecho nos abre la puerta hacia la construcción de mundos completamente nuevos,
mundos todavía inimaginables hoy.

Claro que surge inmediatamente ante nosotros una cuestión de extrema actualidad, la
cuestión ética: la ética en la ciencia, la ética en la política, en la sociedad en general.

Dedicaremos a este palpitante tema nuestro próximo seminario en Moscú y, el próximo año,
el Primer Foro Internacional del Centro Mundial de Estudios Humanistas en el Parque Punta de
Vacas, Argentina.

Pero concretamente, en la vida cotidiana, cuando reflexionas sobre la necesidad de dar a la
propia vida una dirección constructiva, un Sentido; y al mismo tiempo brota la necesidad de
ayudar a otros, comenzando por los más próximos, inmediatamente resuenan las palabras de
Silo en la apertura del Parque La Reja, en Argentina, cuando pronunció aquello que dio en
llamar un “pequeño pedido, casi una receta”...

Entonces dijo: “En algún momento del día o de la noche, aspira una bocanada de aire e
imagina que llevas ese aire a tu corazón. Entonces, pide con fuerza por ti y por tus seres más
queridos. Pide con fuerza para alejarte de todo aquello que te trae contradicción; pide
porque tu vida tenga unidad”.

Hugo Novotny. Centro de Estudios Humanistas de Moscú.

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Intervencion en la Conferencia internacional
“Bases humanistas para la convergencia entre culturas”,
26-27 de Octubre 2007. Universidad de la Amistad entre los Pueblos, Moscú, Rusia.
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Extraido de: http://www.cmehumanistas.org/en/node/8
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